martes, 19 de enero de 2016

LAS CAUSAS DE LA DISTRIBUCIÓN ACTUAL DE LOS SERES VIVOS (I)

La distribución actual de los seres vivos y en consecuencia, las características del área de cada especie animal y vegetal, son el resultado de la influencia, tanto pasada como presente, de factores internos, propios de los organismos, y externos, propios de los medios en el que viven.

A) FACTORES INTERNOS
ninfas de Argiope, procedentes de una única puesta

Cuando un taxón nuevo aparece en un punto cualquiera del globo, la extensión de su área dependerá inicialmente de sus potencialidades intrínsecas, relacionadas con su constitución genética, como su capacidad de propagación, su amplitud ecológica o sus posibilidades evolutivas:

1.- CAPACIDAD DE PROPAGACIÓN: La expansión de una especie depende, en primer lugar, de su capacidad de reproducción y de diseminación:

        a. Capacidad de reproducción: Una especie particularmente fecunda no implica un gran número de individuos sobre la superficie del globo. La capacidad de reproducción no viene dada por la cantidad de descendencia que genera, sino que depende de la longevidad de sus individuos, su capacidad de alcanzar un desarrollo completo para generar más descendencia.

           b. Capacidad de diseminación: O de desplazarse a distancias más o menos importantes. La diseminación activa se da en organismos dotados de locomoción. Corresponde al conjunto de sus desplazamientos habituales o de mayor envergadura (migraciones). También puede darse diseminación activa en plantas que proyectan las semillas a distancia (balsamináceas, Ecballium o "pepinillo del diablo"), que originan rizomas subterráneos (helechos) o que dan lugar a un nuevo individuo en las proximidades del progenitor por medio de estolones aéreos, como las fresas. En la diseminación pasiva, hay un factor externo que actúa como agente de transporte. Según sea este agente, se distingue la anemocoría, o diseminación por el viento, la zoocoría, o dispersión por los animales, la hidrocoría, o transporte por el agua y la antropocoría, o diseminación, llevada a cabo por el hombre.

2.- LA AMPLITUD ECOLÓGICA: Cada especie puede vivir entre dos valores límite de cada uno de los diferentes factores del medio (ej., especie vegetal que puede vivir entre los 12-25ºC). Cuanto mayor es la diferencia entre esos límites, mayor la amplitud ecológica y mayor posibilidad de extensión de su área de distribución. El área estará poblada en general por individuos que presentarán caracteres morfológicos y funcionales modelados por las condiciones locales. Estas adaptaciones reflejan la plasticidad ecológica de una especie en el plano fenotípico (conjunto de caracteres aparentes de un organismo) y ponen de manifiesto simplemente una adaptación no hereditaria, reversible, de cada individuo a su hábitat.



G. clusii no tiene coloración verde en corola
como G. acaulis
3.- EL POTENCIAL EVOLUTIVO: Las aptitudes de un taxón para conquistar nuevos tipos de medio no se mantienen inmutables desde su origen hasta su desaparición. Evolucionan constantemente, puesto que la constitución genética de las poblaciones está sujeta a variaciones en el curso del tiempo bajo el efecto de diversos fenómenos. Tenemos así las mutaciones (modificaciones súbitas y discontinuas que afectan a los genes o a los cromosomas) y las hibridaciones (cruzamientos entre individuos con genotipos diferentes). El medio desempeña un papel selectivo por eliminación de los genotipos menos adaptados del conjunto de nuevas combinaciones genéticas así creadas. La combinación de los dos mecanismos –variación genética y selección ecológica-, cuando es seguido de un aislamiento de las poblaciones, conduce a la constitución de tipos nuevos en armonía más estrecha con las condiciones locales. Así, pueden aparecer, en el seno de una misma especie, distintos ecotipos, poblaciones más o menos diferenciadas morfológicamente y adaptadas a hábitats particulares. 
G. acaulis

A la inversa de lo que sucede con las adaptaciones fenotípicas, los caracteres de los ecotipos son de naturaleza genotípica (genes reproducidos de manera idéntica en todas sus células) y por tanto, hereditaria, y se mantienen cuando los individuos son trasladados a un nuevo hábitat. Los ecotipos pueden ser considerados como variedades o subespecies  caso del enebro común (Juniperus communis) y la subespecie enana (J.c. nana) que representa un ecotipo climático de porte prostrado, que crece en el piso subalpino, o como especies propiamente dichas cuando sus caracteres son muy marcados. Sería el caso de la Gentiana kochiana de las montañas calcáreas y la G. clusii de las cadenas graníticas, dos ecotipos edáficos de una misma especie inicial: G. acaulis.

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